María del Carmen González Montelongo
Universidad de Cádiz
- Plataforma Biobanco
- INiBICA
Grupo de investigación
Plataforma Biobanco del INIBICA
Sobre mí
Doctora en Biología por la Universidad de La Laguna desde 2009, con calificación sobresaliente «Cum Laude». A lo largo de su trayectoria, ha desarrollado una sólida carrera científica en áreas como la endocrinología, las neurociencias y la biología vascular/neurovascular, participando activamente en proyectos de investigación nacionales e internacionales. Es autora principal de múltiples artículos científicos publicados en revistas de alto impacto (Q1) y ha contribuido de forma destacada a la transferencia del conocimiento mediante patentes y participación en congresos especializados.
Ha completado estancias posdoctorales en centros de excelencia como la University of East Anglia (UEA, Reino Unido), donde también ejerció como Senior Research Associate, y ha sido Investigadora Postdoctoral Senior en el Instituto de Investigación e Innovación Biomédica de Cádiz (INiBICA). Su labor como docente se ha desarrollado en universidades como la de Sevilla, la UEA y la de Cádiz, dirigiendo tesis doctorales, trabajos fin de máster y de grado.
Acreditada por la ANECA como Profesora Contratada Doctora y Profesora de Universidad Privada, ha sido reconocida con varios premios por su trayectoria, entre ellos el Premio Agustín de Bethencourt (ULL), el de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla y el Premio IN2025 (UCA).
Líneas de investigación
Enfermedad vascular y cerebro vascular, contracción del musculo liso vascular e intestinal y su relación con el sistema nervioso periférico
Resultados destacables
Resultados científicos más destacables:
- Primera autora y autor de correspondencia de numerosos artículos científicos publicados en revistas científicas de alto impacto (Q1), lo cual refleja un alto nivel de calidad y reconocimiento internacional.
- Líneas de investigación relevantes en los campos de la Endocrinología, neurociencias y la biología del tejido vascular/neurovascular. Estas áreas son claves para el entendimiento de enfermedades crónicas, trastornos neurológicos y mecanismos fisiológicos complejos.
- Transferencia de conocimiento con la concesión de una patente nacional y solicitud de una segunda, demostrando impacto práctico y potencial de innovación en su trabajo.
- Participación en proyectos de investigación destacados. Colaboradora en distintos proyectos multidisciplinares, tanto en España como en el Reino Unido (UEA), con aplicaciones biomédicas.
- Reconocimientos a su trayectoria investigadora: Premio Agustín de Bethencourt (Universidad de La Laguna), Premio de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla, Premio IN2025 (Universidad de Cádiz). Estos premios suelen otorgarse por contribuciones científicas sobresalientes, tanto en impacto como en trayectoria
Vocación
Desde muy joven sentí una profunda curiosidad por entender cómo funciona el cuerpo humano y por qué enfermamos. Esa inquietud inicial fue lo que me llevó a estudiar Biología, y muy pronto supe que quería dedicarme a investigar, a hacer preguntas que aún no tenían respuesta. Durante mi etapa universitaria, descubrí que la ciencia no solo es una forma de conocimiento, sino también una herramienta para mejorar vidas, y ese sentido de propósito fue decisivo.
A lo largo de los años, la pasión por descubrir, el compromiso con la rigurosidad científica y el impacto potencial de cada hallazgo me han mantenido firme en este camino.
Sigo en la ciencia porque aún tengo preguntas. Porque cada día descubro que lo que no sé es más grande que lo que ya aprendí. Porque me conmueve pensar que lo que hacemos en un laboratorio, entre papeles, microscopios y debates, puede algún día aliviar el dolor de alguien. Sigo aquí porque la ciencia me conecta con algo más grande: con la necesidad humana de comprender, de cuidar, de avanzar.
He seguido aquí incluso cuando el camino ha sido duro, cuando los experimentos fallaban, cuando las incertidumbres pesaban más que los resultados. He seguido porque en medio de todo eso siempre he encontrado sentido: en una conversación con una compañera, en la mirada de una estudiante que empieza a descubrir su vocación, en el recuerdo de por qué empecé.
Sigo en la ciencia porque he aprendido que investigar no es solo una carrera profesional, es una forma de estar en el mundo. Una forma de mirar con respeto lo que no entendemos, de acercarnos con humildad a lo complejo, y de colaborar para buscar respuestas, aunque a veces sepamos que no llegarán mañana.
Sigo porque he tenido el privilegio de trabajar con personas que no solo son científicas brillantes, sino también seres humanos comprometidos. Porque la ciencia, cuando se hace en comunidad, se convierte en un acto colectivo de esperanza.
Y sigo aquí, sobre todo, porque no me rindo. Porque sé que hay mucho por hacer. Porque siento una responsabilidad profunda con quienes esperan que la ciencia les dé respuestas, opciones, futuro. Porque en cada paso, por pequeño que parezca, sigue latiendo la convicción de que vale la pena. Que cada esfuerzo, cada duda, cada intento, cuenta.
Por eso sigo. Y mientras queden preguntas importantes por responder, aquí estaré.
Deseo científico
Deseo que, en los próximos años, mi trabajo pueda contribuir de forma real y tangible a mejorar la vida de pacientes afectados por patologías cerebrovasculares graves. Que la investigación que hoy se gesta en el laboratorio empiece a traducirse en herramientas diagnósticas más precisas, en tratamientos más eficaces, o al menos en una mayor comprensión de lo que aún no sabemos.
Mi deseo es que la ciencia que hacemos (con rigor, con esfuerzo y también con corazón) encuentre caminos más cortos hacia la sociedad. Que los resultados no se queden en publicaciones, sino que lleguen a quienes los necesitan: profesionales clínicos, pacientes, familias que aún buscan respuestas.
Anhelo, también, que este camino inspire a nuevas generaciones de investigadoras e investigadores a mantenerse firmes en su vocación, incluso cuando las certezas escasean. Porque sé —lo he vivido— que a veces una idea, una mirada o una pequeña intuición puede ser el comienzo de algo importante.
No busco grandes revoluciones, sino pasos firmes. Que en los próximos años podamos mirar atrás y decir: “esto lo entendemos mejor”, “esto antes no se podía hacer”, “esto hoy ya se puede tratar”.
Ese es mi deseo. Y cada día, con cada pequeño avance, sigo trabajando para que se cumpla.